El principal atractivo para los expatriados que trabajan fuera de su país es la oportunidad de acumular capital, aumentando sus ahorros debido a los altos salarios derivados de la nueva posición profesional. Qué hacer con las sumas que usted ha podido ahorrar es más complicado, porque los programas de jubilación o ahorro que están disponibles en su país de origen, puede que no lo estén si usted trabaja o fuera, o simplemente, que no sean adecuados.
Lo que rige la planificación de la jubilación en el extranjero, es el régimen fiscal del país donde trabaja y como interactúa con su país de origen. La combinación de ambos sistemas fiscales afectará a sus actuales planes de jubilación, su cartera de inversión y sus contribuciones regulares a esta.
Convertirse en un exiliado fiscal
Muchos países no recaudarán impuestos de sus ciudadanos si ya no son residentes pero las leyes para trabajar fuera siendo no residente a efectos fiscales puede ser extremadamente complejas. Generalmente, se tienen en cuenta numerosos factores, como dónde se encuentra su residencia permanente, o de dónde provienen sus ingresos.
Un problema de volverse no residente a fiscales es que, normalmente, hay muchas desgravaciones y vehículos de planificación fiscal para minimizar o erradicar cualquier pasivo fiscal en su país de origen.
También está el problema de la obligación fiscal que tendrá en su nuevo país de residencia, y eso dependerá del régimen local. A menudo, los expatriados gozan de beneficios fiscales significativos cuando se mudan al extranjero debido impuestos sobre la renta menores, o en algunos casos, inexistentes. Esto hace de trabajar en el extranjero fiscalmente aun más atractivo.
Cómo afecta esto a los planes de pensiones y a las cotizaciones
En su país de origen, probablemente goce de desgravaciones de impuestos sobre sus ganancias y aportaciones a sus planes de pensiones. Esta desgravación es normalmente un estímulo de los gobiernos para que usted disponga de su plan de pensiones privado y así evitar posibles complicaciones con los sistemas de pensiones públicos.
El problema es que cuando usted deja de pagar impuestos sobre la renta en su país de origen, o deja de tener ingresos en él, sus desgravaciones fiscales también desaparecen. También puede que muchos planes de pensiones ya no acepten sus aportaciones, así que tendrá que suspenderlas mientras trabaja fuera. Hay muchas formas de lidiar con esta situación y encontrar una solución, así que es muy recomendable que busque la ayuda de un asesor fiscal antes de que se encuentre en la situación de no poder contribuir más a su plan de pensiones o no pueda transferir sus fondos a otro producto de inversión.
Es, por tanto, improbable que le siga interesando invertir en fondos de inversión en su país de origen con sus ingresos extranjeros. Si lo hiciera, las contribuciones estarían sujetas a restricciones fiscales sobre su uso. Por ejemplo, en muchos países, estos fondos sólo le son devueltos en su totalidad o a cantidades fijas restringidas al jubilarse, lo cual puede resultar extremadamente inconveniente.
La solución es establecer un plan de ahorros y pensiones en el extranjero, que esté fácilmente disponible. Reconocerá muchas de las compañías que ofrecen estos planes, aunque también verá algunos nombres nuevos. La ventaja de ahorrar su dinero en el extranjero es que estos fondos acostumbran a encontrarse en paraísos fiscales, donde no hay que pagar impuestos por ellos. Obviamente, perderá la oportunidad de desgravarse fiscalmente, pero por otra parte ¡no va a pagar impuestos!
Puede contribuir a estos planes mediante inversiones de cantidad fija y contribuciones regulares, con condiciones fijas o sin condiciones, pero tenga en cuenta que la estructura de pagos puede ser muy distinta a lo que está usted acostumbrado. Concretamente, es probable que sea más alta ya que el proveedor de este plan tampoco está obteniendo beneficios de desgravación por sus gastos.
Tenga cuidado
Sólo porque en un país los impuestos sobre la renta sean bajos o inexistentes, no significa que no haya otros impuestos que le puedan ser imputados, por ejemplo, impuestos sobre el capital.
Un muy buen ejemplo es Australia, que ofrece un entorno excelente para expatriados con un alto potencial de ganancias, un clima e infraestructuras agradables y un impuesto sobre la renta muy bajo. Dicho esto, muchos expatriados se sorprenden cuando ven que en Australia se deben pagar impuestos sobre el capital. Esto implica que un individuo deberá pagar impuestos por todos sus activos, ¡independientemente de donde estén situados! Si usted ha suspendido un plan de pensiones en su país, puede creer que es lo correcto, ya que continúa gozando de crecimiento sin impuestos en su país. Sin embargo, las autoridades Australianas le van a reclamar impuestos sobre la totalidad del valor de su plan, y lo que es peor, se los deducirán de sus propios fondos si no puede obtenerlos de su plan.
Este ejemplo no es el más extremo, pero para evitar caer en esta clase de situaciones es necesario consejo profesional de un experto fiscal internacional cuando vaya a tomar cualquier decisión financiera.